Publicación: Diciembre de 1998
Producción: Goyo Yeves y El alquimista loco.
Fotografías: Andrés López.
Diseño: Manuel Guío y Carlos Soto.
Grabación: Noviembre y diciembre de 1998
Sello: DRO EastWest, S.A.
Portada: sobre un fondo azul marino, a modo Naif sale escrito “El alquimista loco” con tizas, junto a los dibujos de un triángulo rojo con rayas negras y un circulo naranja (parecido al sol).
Duración: 56 minutos y 17 segundos
El alquimista loco es el sexto disco de Celtas Cortos y se grabó en el Studio Du Manoir en Las Landas (Francia) entre noviembre y diciembre de 1998. Posteriormente se publicó en verano de 1999 por la discográfica DRO.
El ofrecimiento de la Junta de Castilla y León para hacer una gira instrumental por los teatros de la comunidad fue el causante de este disco. Así, los Celtas se embarcaron en la primavera de 1998 en un proyecto instrumental bajo el nombre de ‘El Alquimista Loco’. Se acabó de montar en Velliza, donde hay actualmente una plaza con el nombre del grupo. En veinte días sacaron siete temas nuevos y en Octubre la gente se sorprendía al ver a los Celtas sentados en un escenario. En este disco es completamente instrumental sin canción vocal, por lo que Jesús Cifuentes no participa, lo que hizo que muchos lo pasaran por alto y lo consideraran un experimento o álbum menor. Una música diferente y con retrogusto a Celtas Cortos. El público que acudió a los teatros les observaba con cierta inquietud, recordando en muchas ocasiones a las canciones que tocaban Celtas Cortos en sus inicios.
En “El Alquimista loco” el folk celta se fusiona con otras corrientes musicales tan variadas como el new age, el ska, la salsa, el reggae, el jazz, el blues o el funk. Cada tema está fusionado con los demás a través de efectos sonoros que fusionan cada tema con el siguiente, buscando un trabajo que sea un conjunto (y no una recopilación de diferentes temas). Han tenido que pasar casi diez años para que Celtas Cortos vuelve a grabar un disco completamente instrumental, un disco quizá un poco revuelto, sin una concreción como los discos anteriores, y se vislumbra que en las composiciones se dan momentos más atrevidos -clara muestra de ello es la singular “Japan con pan”-, pero otras tienen el inconfundible toque de Celtas Cortos – como “Je ne sais pas” o “Tierras bajas”-. En cualquier caso, aquí se nos muestra -o recupera, según se vea- una faceta creativa diferente.
Personalmente tuve la oportunidad de verles en una de las actuaciones y salimos sorprendidos. Eran temas completamente nuevos, jamás antes escuchados y parecía como acudir a los ensayos de un nuevo disco. Con los años, y tras haber escuchado incansablemente el disco, me encantaría poder revivir aquel concierto con los temas del álbum.
Os dejo una crítica de “La Caja de la Música”:
Continuando con un tema muy interesante planteado por el cajero, me gustaría comentar este disco, que refleja en mayor o menor medida, la inquietud de ciertos intérpretes que, desde el mundo del folk han sabido aunar conocimientos con otras culturas y otros saberes musicales igualmente enriquecedores (cayendo algunas en las tradiciones estéticas de los músicos progresivos, tendencia en la que intentare centrarme más). Con una denominación tan clarificadora se presenta así este grupo español, nacido de un proyecto integrado, mayoritariamente, por instrumentistas de los CELTAS CORTOS (aprovechando un momento de descuido de su entonces cantante y guitarra, Jesús H. Cifuentes: “[…] ofrecimiento para hacer una gira instrumental […] mientras Jesús pintaba su casa”), de LA MUSGANA y de otras formaciones similares. Demostrando una madurez compositiva, plasmada muy claramente en la propia evolución de los Celtas Cortos, el folk celta más vikingo se junta con la elegancia del new age, los ritmos frenéticos del ska, la salsa, el reggae, el jazz, el blues o el funk.
Lo que mejor definiría esta obra sería el mestizaje y la convivencia entre los estilos más depurados con las tendencias más urbanas y populares que siempre han caracterizado a la música de los Celtas Cortos. Los ritmos más bailables y juerguistas son capaces de entablar contacto con momentos más oscuros, complejos, improvisados o elegantes. Todo ello se viste con unas claras pretensiones artísticas que hacen que la presente obra vaya más allá de un simple conjunto de temas instrumentales. Se pretende una cohesión entre los temas, como si todo fuera tratado en conjunto (no en vano todos los temas se hilvanan por medio de efectos sonoros). No estamos ante una obra claramente progresiva, ni siquiera claramente roquera, pero lo que sí que aquí también se buscaría sería el uso de ciertas progresiones, la inspiración en varias tradiciones musicales (labor de búsqueda destacada), la creación de atmosferas, combinación entre la sencillez y la complejidad, búsqueda del efectismo, contraste de armonías, polirritmia, riqueza tímbrica, efecto sorpresa, etc.
Antes de comenzar el análisis de esta obra voy a establecer una analogía entre la evolución de los “polémicos” Celtas Cortos y la música que refleja este disco, para una completa visión de la obra. Esta agrupación, nacida como una promesa del rock celta, siguió una evolución muy singular, caracterizada, en cualquier caso, por ideas originales y un buen nivel de ejecución musical, a la par que, por un aporte inteligente y gamberro, en sus temas de éxito, al panorama del pop español:
a) Su primera obra, enteramente instrumental “Salida de emergencia Rock celta” (1990), supuso un acercamiento a las obras tradicionales con unos arreglos muy aventajados y depurados para su momento, cargados de influencias muy variadas (combinando ritmos urbanos y agresivos, decididamente hoscos, con momentos de mayor complejidad y elegancia sonora). También hay composiciones propias. Sus temas más destacados pueden ser: “Duendes”, “Aurora”, “Espantapájaros” o “Hazte el sueco”.
b) A partir de su segundo disco, “Gente impresentable” (1990), el guitarrista rítmico Jesús H Cifuentes, decide comenzar a cantar algunos de los temas del grupo, con unas letras que pasaron de ser juerguistas a ser claramente provocativas social y políticamente. “GI” nos presenta un 50% de temas instrumentales y otro de temas cantados. En los primeros, la sonoridad del grupo estaba llegando a su mejor momento (“Odín”, “El tío Molonio”, “Hacha de guerra”, “Hechizo”) mientras que, en las piezas vocales, se iba presagiando lo que sería ya la cara que más prevalecería del grupo. En su tercer disco, “Cuéntame un cuento” (1991), vuelven a presentar la fórmula de su anterior trabajo (ritmos agiles, letras sencillas y accesibles, acompañamiento celta…) con algunos temillas interesantes (“El alquimista loco”, tema rotundo instrumental que daría nombre al presente proyecto instrumental; “!!Mas kilómetros!!”, de ritmo liviano, aunque claramente jazz agradable; “Onda Caribe 10.5”, la más depurada del disco). Con su siguiente álbum, “Tranquilo majete” (1993), convergen tres puntos: la aparición de singles sencillos-provoKativos y directos (“Tranquilo majete” o “Madera de colleja”), la creciente elegancia sonora de sus temas vocales (patentes en “Pasa el tiempo”, “Monologo con ron” o “Siempre igual”) y sus muy buenos momentos instrumentales (“Buena onda”, divertimento popular pseudo-jazzy; “La fragua del averno”, el espíritu celta en clave de rock rotundo; “Otoño en battle”, al más puro estilo new age).
c) Es con “… En estos días inciertos” (1996), en donde Celtas Cortos consiguen su trabajo más polémico y más crucial para su transición a músicas mas orientadas hacia el folk-pachanga o el ska protesta. Además, este es el último disco de su teclista y gran diseñador musical del grupo Nacho Martin, muy crucial en las composiciones instrumentales. Pero también es justo decir que el sonido conseguido en este disco es tremendo y nunca igualado por el grupo. Los arreglos (obra de Jesús Prieto “Pitti”) son muy finos en muchos casos, aunque en otros se orientan más hacia la música latina ligera. Sus momentos instrumentales son muy buenos (“El ladrón de melodías”, orientalizante bajo un ritmo jazzy acelerado; “Cucharas”, un funky celta; “Horror vacui” o uno de los momentos más progresivos del grupo, con cambios de ritmo y fuerte sabor rockero vikingo; “Irlandalusi”, aflamencado ejercicio e “Ilusiones”, el tema más largo del disco, con sabor más de música instrumental a lo Windham Hill). Después de este trabajo, se han ido alejando más de la renovación dentro del folk celta para pasar a convertirse en exponentes de una música más comprometida políticamente y basada más en sus letras que en su instrumentación (lo que refleja su álbum “Tienes la puerta abierta” de 2000).
EL ALQUIMISTA LOCO: ANALISIS TEMÁTICO
1 – Vasos rotos (A. García): esta pieza que abre el disco nos muestra a modo de tarjeta de presentación la búsqueda musical de EAL. En este caso, a ritmo de funk se intercalan frases pseudoceltas, logrando una original combinación. Los solos pasan a intercalarse en pasajes cortos y, debido al amplio despliegue de músicos y de instrumentos, con una gran variedad de timbres, lo que deja poco espacio para el virtuosismo. Las progresiones y las armonías finales asemejan a algunas más cercanas a la música progresiva.
2 – Je ne sais pas (Sendino & Soto): la agresividad y el ritmo desgarrador del funk inicial, nos llevan a la belleza de este tema, muy newagero, similar a NIGHTNOISE en algunos pasajes. Los solos se deslizan suavemente, sin demasiado contraste para no desequilibrar la armonía. Destaca el del bajo sin trastes de Oscar Garcia, recordando a la sonoridad (que no a la técnica) de Pastorius, o el de guitarra eléctrica de Jesus Gonzalez, mas claramente sinfónico.
3 – Escaramuza (A. García): la suavidad del tema anterior, simbolizado con el sonido de un bebe se ve turbada con los jaleos que preceden este vertiginoso tema (de hecho, él bebe comienza a llorar). Aquí, de manera frenética, se corre a ritmo de ska con melodías orientales, klezmer y nórdicas a cargo del violín de Alberto García. El ska se va encontrando con el jazz en diversos momentos.
4 – Rumbo a Mambo (Soto): Los Celtas Cortos siempre han tenido debilidad por los ritmos caribeños bailables, lo que aquí se muestra con toda la plenitud de una orquestina veraniega. Tema alegre y bailable que supone un acercamiento a tendencias más latinas.
5 – Mordiendo la gran manzana (Sendino/Soto/Brian McNeill): el reggae marca en este tema el ritmo principal para las frases folclóricas, dejando a veces momentos para el jazz más smooth o para el rock más agresivo. Se va repitiendo una estructura en donde se intercala una parte reggae con un solo en otro ritmo.
6 – Carnavals triste (González): una de las mejores piezas del álbum. Tras el desgarro de la guitarra eléctrica de Sendino, al final del tema anterior, se abre este triste tema a ritmo de triste blues protagonizado por la guitarra solista del compositor, con un acompañamiento basado en los metales. Nos trae al pensamiento una época pasada, como si la ambientación nos hiciera echar la vista atrás en el tiempo (¡o al menos así lo veo yo!!).
7 – Japan con pan (González): otro gran tema. Una de las frases más funks/fusión introducen este corte más complejo, por medio del desgarro de una guitarra chillona, dentro de un ritmo de batería cortado por la flauta en hipersoplado. Las improvisaciones dentro del funky conducen a una vuelta al tema principal, concluyendo en una atmosfera con rasgos étnicos de fondo.
8 – El palo del diablo (Soto & Sendino): otro rasgo típicamente encontrado en los CC es el uso de sonidos distorsionados de guitarra, acompañando con una fuerte borrasca rockera los ritmos celtas. Aquí, la estridencia de la guitarra se confunde con el timbre de la Uilleann Pipes (o gaita irlandesa). Un tema rotundo que consigue muy buenos momentos.
9 – Espiral pseudocelta (Soto): después de una atmosfera más sinfónica inicial, entra una espiral, más que “pseudocelta”, pseudoflamenca.
10 – Tributo a Grappelli (A. García/González/Soto): con una intro al más puro standard de jazz, situando la triste melodía en un acordeón, entra el poderío de Alberto García demostrando que el tándem REINHARDT/GRAPPELLI no le era indiferente. Muy elegante, con combinación de ritmos y un buen papel de todo el conjunto instrumental del tema.
11 – Nubosidad variable (O. García & González): vuelta a la música instrumental contemporánea, cercana al new age. La sobriedad y la limpieza en el estilo se deja ver en este corte, mostrando la auténtica versatilidad del alquimista. La melodía, asombrosamente, la conduce la Uilleann Pipes. Bonita verdaderamente. Incluye la única melodía cantada del disco, a modo de scat, por el propio Carlos Soto.
12 – La playa de los locos (González): otra de las piezas más cercanas a la fusión, con un frenético y desquiciado riff de entrada. Todo ello se deja corromper bajo un punto de vista funky improvisado.
13 – Tierras bajas (Sendino & A. García): la primera parte de este tema, una preciosa introducción mas sinfónica y “newagera”, asemejan a trabajos de grupos de la Windham Hill como SHADOWFAX o NIGHTNOISE, con la melodía tratada por el violin. En la segunda parte, mas rotunda y rockera, se cambia de atmosfera para acabar con la introducción a modo de final.
En resumen: esta interesante obra se presenta como un proyecto en donde se desarrollaron ideas alternativas de un grupo en donde cada vez se iban definiendo más por una vía que era ya ajena a los principios iniciales del mismo (refiriéndome a los Celtas Cortos). Una curiosidad para todos aquellos oyentes sin tapujos…
Canciones
1. Vasos Rotos (03:20)
Música: Alberto García.
2. Je ne sais pas (04:41)
Música: José Sendino y Carlos Soto.
3. Escaramuza (03:02)
Música: Alberto García.
4. Rumbo a Mambo (Matilda’s Song) (04:09)
Música: Carlos Soto.
5. Mordiendo la gran manzana (04:27)
Música: José Sendino, Carlos Soto, Brian McNeill.
6. Carnavals triste (05:42)
Música: Jesús González.
7. Japan con pan (03:59)
Música: Jesús González.
8. El palo del diablo (04:58)
Música: Carlos Soto, José Sendino.
9. Espiral pseudocelta (03:59)
Música: Carlos Soto.
10. Tributo a Grappelli (05:25)
Música: Alberto García, Jesús González, Carlos Soto.
11. Nubosidad variable (04:59)
Música: Óscar García, Jesús González.
12. La playa de los locos (03:49)
Música: Jesús González.
13. Tierras bajas (03:47)
Música: José Sendino, Alberto García.
Músicos
Nacho Castro: Batería.
Óscar García: Bajo eléctrico, bajo sin trastes.
Jesús Gonzalez, Suso: Guitarra eléctrica, guitarra jazz, guitarra española.
José Sendino: Guitarra eléctrica, guitarra acústica.
Rafael Martín: Cajón flamenco, scratch plato reverse, splash, udu, pandereta, congas, castañuela, crótalos, plato chino,cascabeles de pie, pailas, clave, cencerro, shaker, agogo, cabassa, vibraslap, huevos, timbales, darbouka, cortina, tambores de bata, palos de agua.
Cuco Pérez: Acordeón, teclados, piano.
Alberto García: Violín, violín eléctrico, trombón.
Carlos Soto: Flauta travesera, saxo alto, jaleos (Escaramuza), saxo baritono, flauta en Sol, scat voz (Nubosidad variable).
Goyo Yeves: Whistle, saxo alto, jaleos (Escaramuza).
Karim: Cortina.
Gweltas Tellier: Uilleann pipes.
Andreas Priwittz: Clarinete.
Colaboraciones
Bernard: Vaso roto (Vasos Rotos).
Antonio Narvaiza ‘Lechuga’: Jaleos (Escaramuza).