Eran las 10:30 (media hora antes de lo anunciado inicialmente) cuando CARLOS CHAOUEN se subió con su banda al escenario de la Plaza Mayor. Chaouen pasó discreto pero derrochando su desgarrada voz en temas que inexplicablemente siguen siendo desconocidos para la mayor parte del público. Sus ritmos y exquisitas letras fueron preparando el ambiente ante un público creciente, expectante por ver el plato fuerte de la noche: el regreso a casa de unos renovados Celtas. Sin embargo la discreta acogida no empañó el buen hacer del gaditano que, acompañado de su banda habitual regaló a los oídos atentos un puñado de exquisitos temas roqueros, junto al melódico “Pintando en el cielo”, en el que contó con el arpa celta de Eduardo Tarilonte. Hay que señalar algo importante, la banda que le acompaña son todos músicos de Valladolid : Jorge jafo al bajo, Diego Martin a la bateria y Daviz Plaza como guitarra.
Tras una media hora de concierto, Chaouen se retiró y los técnicos comenzaron a perparar el escenario para los CELTAS CORTOS. Estos preparativos se alargaron hasta casi las 23:30, momento en el que los Celtas (excepto su nuevo cantante) abrieron por lo grande con “Hacha de guerra” consiguiendo que buena parte del publico saliera de su letargo y comenzara a saltar. Acto seguido apareció “Antuán” cantando una versión de “No nos podrán parar” adaptada a las circunstancias. Valladolid, pudo descubrir por fin al nuevo cantante en acción, que tuvo poco que ver con el anticipo de la Plaza de Toros el pasado año. Aunque su voz no destacó mucho sobre la música y anduvo algo olvidadizo, lo cierto es que derrochó energía.
El concierto siguió con lo que será el tercer single del nuevo disco, “Sin papeles” y continuó alternando mas temas nuevos con otros clásicos, haciendo disfrutar al público y presentando su último disco por parte iguales. Tras “Si no me veo no me creo” llegó “Baila”, cantado a dúo entre “Antuán” y el que fuera otros de los aspirantes a sustituir a Jesús Cifuentes como cantante, Juanjo. Algo mas tarde, tras un “Haz turismo” con la fuerza de costumbre, llego una nueva colaboración. En esta ocasión se trató de un coro formado por niños, que colaboró en “Soledad en construcción”.
El teatro de los Celtas continuó mostrando una buena obra, a pesar de que en la puesta en escena algunos instrumentos se solaparan con ciertos problemas dentro de la gran amalgama de sonidos. Y es que el sonido no estuvo demasiado brillante (algo tristemente habitual en el escenario de la Plaza Mayor), y eso quedó especialmente patente cuando los Vecinos Lokox subieron al escenario en “Alicia”. Fue la tercera y última colabroración de la noche y no pasó desapercibida.
Otro momento destacable al margen de lo puramente musical llegó cuando, tras interpretar “Y despues, ¿que?” todos los musicos mostraron pancartas con la palabra’PAZ’. Y es que el concierto no estuvo libre de carga ideológica. Carlos Soto fue el principal responsable de lanzar estos mensajes (un tanto a golpes), que auqnue no fueron tan directos como los de ‘Cifu’, no se olvidaron de guerras, chapapotes, ni vetos musicales por parte del ayuntamiento.
Hacía ya siete años que la estatua del Conde Ansurez no escuchaba “El emigrante” o “Skaparate nacional”. Por aquel entonces eran temas nuevos, pero el día 9 sonaron como verdaderos clásicos con fuerza renovada; igual que renovados y reinventados sonaron “El túnel de las Delicias” o “Lluvia en soledad”, en la que el arpa de Tarilonte volvió a brillar.
La nota más rítmica seguía siendo de los temas nuevos, como “Gaia” o “C’est la vie”, un tema que la gente demostró conocer y que demostró que suena mejor en directo de lo que pudimos oír por las emisoras. Este tema además sirvió para presentar al grupo antes de que este abandonara por unos momentos el escenario.
En los bises volvió a sonar un tema nuevo, “Cómo saber”, seguido de una traca final formada por “La senda del tiempo”, “Tranquilo majete” y “20 de abril” que hizo las delicias de la gente.
En resumen, los Celtas superaron la dura prueba del regreso y acallaron muchas voces críticas (que no todas) sobre la valía de la nueva formación. Antuán mostró tener su propio estilo y Jesús González, Óscar Medina y Tarilonte, aunque eclipsados, también demostraron su valía. Aún queda camino por andar, y alguna pieza por engrasar, pero lo cierto es que las dos horas de música que ofrecieron demostró que son unos grandes músicos.
Escrito por: David Peña