Aunque no llegasteis a dejar nunca el grupo, vuestro ‘sencillo’ se anuncia en la radio como el «regreso de Celtas Cortos».
Son cosas que se dicen. Lo que pasó es que en 2000 decidimos tomarnos un año sabático para reposar las cosas, pero con la idea de volver. Jesús Cifuentes ya mostraba otras inquietudes, quería derivar sus movidas musicales hacia otros caminos en los que todos no estábamos de acuerdo y prefería hacer algo en solitario. El año pasado pensamos en organizar una última gira con él y luego sacamos en Navidad el grandes éxitos. Ahora volvemos con un nuevo cantante y un concepto distinto.
Sin embargo, la voz de Cifuentes mediatizaba mucho al grupo. ¿No ha complicado eso la búsqueda del nuevo cantante?
Sí, sabíamos que era muy arriesgado y tampoco teníamos claro lo que queríamos. Buscar a alguien que imitara su voz hubiera sido ridículo y no queríamos a alguien con una voz espeluznante. Nos limitamos a hacer un casting casero, entre conocidos, amigos y amigos de amigos. No fue nada anunciado. Probamos a unas doce personas y entre ellas estaba Antuán. Es un tío de Murcia que cantaba en un grupo llamado Persona Non Grata que no tenía nada que ver con nosotros. Se va a venir a vivir a Valladolid porque se ha dado cuenta que esta historia se encuentra a otro nivel.
¿Llegasteis a pensar en poner fin al grupo y comenzar con otro nombre?
Valoramos esa opción. Pensamos que continuar con el mismo nombre podía resultar contraproducente, pero también vimos que podía abrirnos muchas puertas. Girar con un nombre diferente hubiera sido más difícil y lo que ahora necesitamos es que la gente vea cómo somos los Celtas actuales.
¿Tenéis miedo de acusar comercialmente el cambio?
Te puedo dar un dato increíble. A día de hoy, sin que esté Jesús y sin que haya salido el disco, ya tenemos cuarenta conciertos firmados. Eso nos ha dado alas para pensar que la gente, al menos en directo, confía en nosotros. En una semana ya se verá cómo funciona el álbum, pero en los cuatro bolos que llevamos el público nos ha recibido muy bien. Ven que volvemos con energías renovadas. Sabemos que la apuesta es difícil, pero el nuevo cantante y otros dos guitarristas nos han dado savia nueva.
El disco mantiene la influencia electrónica de vuestro último trabajo con Suso Sáiz y la del rock latino más skatalítico.
Es lo que queríamos, un término medio que no logramos en el disco con Suso Sáiz. No trabajamos con suficiente tiempo y pagamos la novatada. Era la primera vez que experimentábamos con la electrónica y no conseguimos asimilarla a la personalidad del grupo. Ahora hemos tenido la suerte de contar con el programador del disco de Hevia. Y eso lo hemos combinado con el rollo latino, que siempre nos ha tirado mucho. Hemos integrado ambos estilos con la ayuda de nuestro nuevo guitarrista mexicano, que nos ha metido muchos instrumentos latinos, como las vihuelas de su país.
Mucho por descubrir
Da la sensación que el folk tiene cada vez menos peso. ¿Qué queda de los Celtas Cortos folkies de hace quince años?
Más que las melodías tradicionales del principio, queda la instrumentación tradicional de antaño. La seña de identidad son la flauta, el violín y los metales. Por lo demás, aunque somos los mismos, queda poco. Hemos aprendido muchas cosas durante todos estos años, nos hemos dado cuenta de que hay mucho por descubrir y queremos seguir investigando y experimentando.
¿En qué sentido?
Tratamos de hacer discos sin repetir las mismas fórmulas. Lo mejor que nos pueden decir es que sonamos raro. Comercialmente cabe la posibilidad de que no sea lo mejor, pero es lo que pretendemos. Musicalmente se nos reconoce, pero la voz es distinta y eso canta mucho.
Lo del título C’est la vie tiene que ver con vuestra popularidad en Francia.
Sí, nos ha influido. Desde 1996 hemos hecho más de doscientos conciertos en Francia, tanto en salas como en festivales y junto a grupos increíbles de todo tipo. Tienen un circuito envidiable, otra forma de funcionar con cachés más reducidos, subvenciones y ayudas públicas. Estamos a años-luz. Y aunque el título es ya una expresión universal, tiene también su lógica porque hemos grabado en Las Landas. El tema C’est la vie lo vamos a registrar en francés con un cantante bretón para intentar sonar en la radio gala.
¿Mantenéis el contacto con Cifuentes? ¿Qué hace ahora?
Claro, yo vivo a cien metros de él. La ruptura ha sido amistosa, puramente artística. Tiene una maqueta acabada, creo que va a ir en una onda con mucha maquinita, porque se ha comprado algunos sintes analógicos. Jesus es un tío que, sobre todo como letrista, puede sorprender mucho.
(Fuente: El Correo Digital)