Os dejamos la entrevista a Celtas Cortos que han hecho desde el medio 20 minutos:
Si algo lleva haciendo Celtas Cortos en sus casi cuatro décadas de vida es no dejar nunca indiferente a su legión de seguidores. Jesús Cifuentes y Goyo Yeves, que se mantienen de la formación original, y Alberto García creen que, con su nuevo disco lo han vuelto a hacer. En él hay mucho de denuncia social, pero también dosis de emociones y diversión.
Eso del mundo del revés suena a caos. ¿Es reflejo de lo que vivimos?
Es una fotografía de este momento actual. De alguna manera, desde nuestros inicios, nosotros somos cronistas del momento en el que vives. Y, bueno, este mundo del revés hace alusión a que, a poco que te asomas a la ventana y le tomas el pulso al mundo, la realidad que nos encontramos es de una guerra, un genocidio en la franja de Gaza, una distopía bastante colosal, una desubicación tremenda de la gente o todo lo que viene de la mano de la tecnología y que está mediatizando al crecimiento del ser humano… En fin, suena bastante pesimista, pero es un poco la realidad. Y, sobre todo, la inconsciencia que hay respecto a todo ello, porque parece que todo se ve desde una pantalla de televisión y nadie mueve nada para que cambie la situación.ç
¿Se necesita la música como espejo de la realidad que nos rodea?
Igual en épocas pasadas utilizar la música como plataforma reivindicativa era más popular, pero, desde luego, ese no es el sino de estos tiempos. Ahora no es una tendencia que esté de moda. Somos uno de los raros supervivientes que, desde nuestra música, todavía ejercitan esa filosofía. En realidad hace falta de todo. Hace falta eso pero también otras cosas, como emociones o puro divertimento, que también hay en nuestros discos.
¿Estamos ahora huérfanos de referentes?
Ahora mismo, a nivel musical, hay mucha superficialidad. Lo más popularmente consumido entre la gente joven ya sabemos lo que es, y es una especie de encefalograma plano. Eso no significa que, si escarbas, no haya muchas más cosas. Las hay, tanto a nivel musical como ideológico.
En la canción que da nombre al disco hablan de políticos corruptos, de jueces, del fascismo o de las fake news. De todas, ¿qué es lo que más daño puede llegar a hacer?
Es la suma de todas las cosas. Eso hace, precisamente, que haya una ausencia de referentes. Desde luego, las fake news están generando el negacionismo que inunda todo el planeta y que, además, es algo ante lo que es muy difícil luchar. La falta de enfoque crítico por parte de cada uno es lo que, muchas veces, lleva a tragarse todos los huesos que te quieran meter, tanto si vas de un palo como si vas de otro. Lo peor es ir por la vida, en vez de votante, de creyente.
¿Hace falta ser muy explícitos para que el mensaje llegue?
Explícitos, irónicos y ácidos (ríen). A ver si así agitamos conciencias.
¿Y eso les ha pasado factura?
No desde el hecho creativo, cuando te pones a escribir ciertas cosas, pero sí al hacerlo y ejercitarlo. Sí que te cierra puertas y sí que existe ese gremio de los ofendiditos o de los haters que trabajan bien para conseguirlo. Incluso gente que, en un momento dado, en nuestros conciertos se ponen bravos con nosotros. Eso es un hecho.
¿Van a verles solo para insultarles?
Sí, claro. Pero si es que solo tienes que hacer una radiografía de cómo está el país. De un tiempo a esta parte todo el área del fascio se está haciendo fuerte, se está consolidando. Antes quizá podían estar más en la sombra, pero ahora les encanta estar cara al sol y hacer mucho ruido.
¿Cómo es un 20 de abril en la vida de Celtas Cortos?
Se convive. Como vas viendo crecer la ola, cuando llega el momento intentas surfearla de la mejor manera posible. Este año, incluso, nos hemos subido a ella. Es un tsunami mediático, porque todo el mundo se acuerda de nosotros ese día. Nos dan las gracias, nos felicitan… Bueno, pues bien, lo aprovechamos si hace falta.
“Hoy no queda casi nadie de los de antes”. Y, los que hay, ¿han cambiado?
(Ríen) Claro. Todo ha cambiado. En los camerinos ya no se comparten las mismas cantidades de sustancias que se podían compartir antes (ríen). Es un ejemplo banal, pero sirve. ¡Pierdes ingenuidad, pero ganas hijos! A ver, cambias porque la vida te va moldeando y se supone que vas aprendiendo.
40 años de carrera son muchos. ¿Están en su mejor momento?
¡Por supuesto! Estamos en nuestro mejor momento. ¡Como siempre! (ríen). Por suerte, estamos bastante bien engrasados, con el polvorín repleto de armamento y dispuestos a gastarlo y a combatir.
¿Nunca se han planteado vivir de las rentas?
¡Pensábamos que ibas a decir de la música!
¡Digo yo que, después de tantos años, habrán ganado pasta!
De las rentas nosotros no vivimos, de las rentas viven otros. Nosotros somos obreros de la carretera. Traduciéndolo al lenguaje futbolero, estamos siempre luchando por no descender.
Me sorprende que tengan esa sensación.
Es que este es un camino muy largo que tiene altos, pero, sobre todo, muchos bajos. Los bajos es la mayor parte, de hecho. De repente, tienes un momento brillante, como los dos conciertos que hemos hecho en Madrid, que, para nosotros han sido un regalo de la vida, pero el pedaleo es por los subterráneos. Y es ahí dónde nosotros nos movemos. En poder asomar de vez en cuando la cabeza y decir: ‘hostia, cómo brilla el sol’.
¿Va pesando la edad?
Qué va. Nos pesa lo mismo que nos pesaba antes. Si es que nuestro hábitat es estar en carretera. En el encierro por la pandemia estábamos hechos una mierda, y no tanto por no trabajar, que también, sino por el hecho de estar en casa metidos todo el rato y no poder movernos. Echábamos de menos la carretera, a pesar de que a veces es muy duro. Necesitamos el maltrato para estar bien, fíjate qué contradicción.
Parafraseando al título del disco, ¿alguna vez su mundo se ha puesto del revés?
Por supuesto. Quinientas mil veces cada uno. Pero tenemos una característica, que es que somos muy conscientes de nuestras cosas personales y de que este proyecto tiene sentido porque somos nosotros, las personas, los que lo hacemos. Si tú no estás bien, a lo mejor hay que esperar, ayudarte o darte un descanso. Eso es muy importante.
Quizá ese sea el secreto de su éxito frente a otros grupos que se han roto.
Seguramente. Es un pacto táctico que siempre ha estado flotando y lo hemos respetado bastante, por suerte para todos. Hemos estado del revés, para un lado… Pero al final todo se recompone. Y este año estamos más tiesos que un palo.
¿Cuál es esa ‘etiqueta Celtas’ que nunca ha perdido la esencia?
Etiqueta Celtas, que no celta, que es el folklore que se hace en Irlanda y del que nosotros tenemos poca idea. Nuestra música está inspirada en muchas cosas. Juntamos estos instrumentos más tradicionales o acústicos con una base de rock y, a partir de ahí, se nos ocurrían muchas cosas: desde temas latinos a más folk o ska. Hemos hecho de todo. Quizá esa mezcolanza o fusión es lo que ha caracterizado a ese sello, ese ‘celtificado’, como lo llamamos nosotros.
¿Larga vida al rock? ¿Cómo está el género ahora mismo?
Pese a lo que dicen, creemos que está muy vivo, lo que pasa es que en los medios no tiene la presencia y la visibilidad que ha tenido en otros momentos, porque ahora todo está absolutamente embadurnado por el reguetón, el trapeo y las músicas urbanas. Y lo decimos desde el respeto, porque, como en todo, hay algunas cosas que son muy interesantes y nos gustan. Pero, dentro de esas tendencias, hay muchísima banalidad, y eso es lo que está adormeciendo la cultura musical de muchas generaciones a nivel planetario. Pero bueno, el rock and roll tiene su espacio y, como ha demostrado la historia a lo largo del tiempo, todo tiende a ser cíclico, así que está presente y reemergerá.