Reportero – Gira de despedida con Celtas Cortos, ¿sentimiento de pena, de libertad…?
Jesús Cifuentes – Como los sentimientos son muy raros esta es una sensación extraña porque se mezclan un montón de cosas. No es pena porque al fin y al cabo lo que queda detrás lo he pasado, como muy bien dice la célebre frase, ¡que me quiten lo bailao!. Hemos construido un montón de historias que quedan ahí, los que vengan detrás que lo disfruten. Queda un extraño sentimiento porque ha sido mucho tiempo, es como la ruptura de una larga relación y nunca sabes por dónde salir. Es una decisión tomada en función de que esto ha sido una etapa de mi vida y de la de todos en conjunto y en común. Ahora se cierra, se abren otras, la vida sigue y p ´alante.
R- Han sido unos meses en los que, además de informar de que dejabas el grupo, has tenido que salir al paso de rumores que decían que tampoco tocabas con el grupo en esta serie de conciertos.
J.C. – Nunca me acabo explicar a qué obedecen esta serie de iniciativas. Oficialmente sucede un sólo hecho objetivo, la gira y que yo me largo. Después la gente empieza a decir que yo no voy a estar; cosas que nunca uno sabe muy bien de dónde vienen. Este es un ejemplo de otro tipo de comentarios surrealistas que han llegado a nuestros oídos hablando de nosotros. Es decir, que estás tranquilamente tomando café en tu casa y de repente te dicen que te has muerto. Y te pegas un susto… que me he muerto y yo aquí tomando un café.
R. – Nuevas puertas que se abren en tu trayectoria, ¿El caimán verde será la línea a seguir junto con algunas tendencias maquineras del último disco de Celtas Cortos?
J.C. – El caimán verde y el último de Celtas tienen que ver, en el sentido de la manera de construir algunos temas. Pero en este caso lo que haya de venir irá en la línea de lo último pero con la novedad diaria que supone para mi el uso de tecnologías nuevas. Todo mezclado con la consuetudinaria guitarra que me acompañará siempre. Queda otra cosa por definir y es la banda que ha de ser. Yo estoy componiendo los temas en mi pequeño estudio con las herramientas que tengo a mano, pero todo esto se ha de traducir al terreno de lo analógico y, por lo tanto, quedan flecos por atar. Cuando acabe el verano tendré un buen arsenal de canciones y será el momento de proponer a otros amigos dar forma al despegue de este nuevo proyecto de barco.
R. – Aunque gracias a este nuevo proyecto quedan muchas páginas por escribir, ¿qué sensaciones produce el hecho de haber formado parte de la banda sonora de la vida de mucha gente?
J.C. – La sensación es que me llena de orgullo, porque igual que ha formado parte de la banda sonora de mucha gente también de la mía propia. Cuando se hace una canción esta pretende ser el reflejo de una verdad que llevas dentro… de un sentimiento, de una manera de entender y de traducir a sentimientos hechos reales o la manera de interpretar la vida. Por lo tanto, me parece cojonudo que haya habido unas cuantas personas que han tenido a bien compartir ese sentimiento. Pero no quiero abundar en el terreno del !Oh, qué pena! porque no tengo ninguna sensación de que se acabe, es decir, termina una etapa pero vendrán otras; probablemente serán más duras dado que este país parece que aboga por la Operación Triunfo como inquietud máxima de la música, pero que vengan los tiempos que quieran. A estas alturas ya no hay vuelta atras, soy músico y es una necesidad vital seguir haciendo cosas para muchos, para medianos, para poca gente, niños, mayores y abuelos.
R. – Se ha despenalizado la Insumisión pero quedan campos de tiro como el de las Bardenas, siempre hay causas…
J.C. – Si sólo fuera eso… Se ha despenalizado la insumisión es un titular más del PP, porque estaría cojundo que a estas alturas estuvieran todavía tocando los cojones. Pero sigue habiendo un par de personas en la trena, aunque ya no estoy puesto al último cuarto de hora, a los que les dejaban en paz si decían que se arrepentían. Pero esto es la punta de un iceberg, el campo de las bardenas y 50.000 motivos más, nada cambia y la situación va a peor. Primero la mundial y mirando el ombligo europeo ahí está el avance de la derecha, que no pasa nada y está de puta madre, Operación Triunfo que te crió en todos los idiomas y felizmente todo el mundo los fines de semana al pedo. Con la barriga llena… para qué más.
R.- Tema recurrente el de Operación Triunfo pero de inevitable actualidad, ¿cómo crees que ha afectado a la música y los músicos?
J.C. – Respecto a los músicos, sean viejos o nuevos, con mayores o menores expectativas, el problema es menos grave. La gravedad del asunto está en la neurona nacional que es la que en realidad alimenta el crecimiento y el éxito sin parangón de este tumor en la vida cultural. Al fin y al cabo no es más que un reflejo de los intereses de la gente, de lo que les mola consumir. Con lo cual en esta sociedad de mayoría absoluta del PP lo que queda claro es que estos son los centros de interés de la mayoría del personal. Y por más que nos neguemos a creerlo o que lo veamos con ojos como platos pensando que es un platillo volante que ha aterrizado en el patio de mi casa; pues es cierto, un platillo volante ha aterrizado y ahí esta. Cuando nosotros empezamos tampoco era fácil, no había este tipo de cáncer, había otros. Pero el entusiasmo te hacía tirar hacia delante; hoy todo está más jodido y contemplas que el que puede demandar música, la sociedad en bloque, sólo se mueve por eso. Si tú estás metido en un rollo de hiphop, de rock and roll o alguna cosa distinta a los cánones de la canción melódica es cuando te desesperas porque parece que lo que mola ahora es la verbena.
R. – Vídeos, discos de regalo, descuentos en las entradas de los conciertos, ¿son estas las soluciones contra la piratería?
J.C. – No lo sé, porque yo no estoy a la última de nada, en todo caso de política. La solución la desconozco, pero venimos diciendo desde el pleistoceno anterior que con rebajar el precio de los discos en una proporción suficientemente normalizada como para que las multinacionales no saquen un beneficio del 200% otro gallo nos hubiera cantado. Ahora, puede que la solución sea regalar un payaso o en regalar el disco de la Operación Triunfo con cada uno de los nuevos artistas.
R. – ¿Falta música comprometida en el Estado?
J.C.- Siempre falta, pero se adolece más de la inquietud que debe demandarla que de la existencia de voces distintas. Hay grupos y, además, la gente joven como ejecutante cada vez es más virtuosa. Antes había más improvisación y con cuatro acordes se montaba un pirula que te cagas. Ahora los chavales cogen una guitarra y parecen Jimi Hendrix, pero también hace falta que tengan buenas ideas.
R. – ¿La gira acabará en Valladolid o seguís vetados?
J.C. – Estamos completamente vetados pero tenemos nuestras propias estrategias de autodefensa. Ya nos lo estamos montando con una asociación de gente que tiene lesiones medulares y en colaboración con la universidad, en la que contra todo pronóstico acaba de salir un Rector progresista. Y entre estos dos colectivos intentaremos metérsela doblada al alcalde.