2024 va a ser un año muy singular para Celtas Cortos. El 19 y el 20 de abril celebrarán dos conciertos muy especiales en el Palacio de Vistalegre (Madrid), donde repasarán los grandes éxitos de su dilatada carrera junto a invitados de lujo y sus temas nuevos. Y es que también van a publicar por fin su nuevo disco de estudio, que vendrá acompañado de la correspondiente gira de presentación. Todo cuando se cumplen 40 años de la creación de Colectivo Eurofolk, agrupación que terminaría convirtiéndose dos años después en la banda que todos conocemos con la llegada de su carismático cantante, Jesús Cifuentes ‘Cifu’. Junto a él repasamos sus cuatro décadas de historia.
Celtas Cortos nació en 1984 con su primera formación: Goyo Yeves, Carlos Soto, Óscar García, César Cuenca y Luis Martín. Dos años después os unís Nacho Castro y tú. En aquel momento, lo que pegaba fuerte en España era la new wave y el punk, ¿cómo os dio por la música celta?
Nosotros también estábamos metidos en esas influencias, pero también en la música tradicional. Algunos habíamos estado en grupos de música folk castellana, con músicas de influencia atlántica… Con todo ese bagaje, la alineación astral se produjo para encontrarnos, porque veníamos de lugares diversos y de direcciones aparentemente divergentes. El azar nos juntó y con ese batiburrillo de ideas empezamos a hacer la primera esencia de lo que acabó siendo Celtas Cortos. Tomamos el relevo de grupos como La Banda o Alan Steeven, pero también estaba Kortatu, todo el Rock Radical Vasco, el mestizaje de Mano Negra… Con esos colores empezamos a pintar con nuestra propia paleta.
El nombre de Celtas Cortos estaba inspirado en aquella marca de cigarrillos. ¿Tuvisteis algún tipo de feedback o problema legal con ellos?
Sí, bueno, de todo pasó… [Risas]. Celtas Cortos, como marca de tabaco, se adaptaba perfectamente a nuestros quehaceres, porque era muy popular, ya venía de antaño maricastaño, era lo que fumaban los estudiantes porque era lo más barato. Era el típico que tenías pegado en uno de los labios del abuelo del pueblo con su azada, tenía mucho de clase obrera. En realidad, se llamaba solamente Celtas, Celtas sin filtro, ‘cortos’ era como lo conocía popularmente la gente. Era como anillo al dedo. Entonces, justo al poco de empezar, salió la normativa de que no tenían filtro y que era muy grave para la salud. Sí que hubo un momento que nos pusieron una demanda por el uso de tal, pero se quedó en agua de borrajas porque luego coincidió que Tabacalera retiró el tabaco sin filtro, y no tuvo más trascendencia.
En 1989 sale vuestro primer LP, Salida de emergencia, que era totalmente instrumental. En el segundo, Gente impresentable (1990), ya salen temas cantados por ti. ¿Fue determinante para llegar a más gente?
Totalmente. Todo lo que veníamos haciendo desde que el grupo se convirtió en Celtas Cortos, desde 1986 hasta 1989, era música instrumental. Pero éramos muy jóvenes y muy punkis. Yo ya tenía en los conciertos querencia por el micro, soltaba unos monólogos muy locos para la gente, también muy políticos, pero pensaba que aquello era divertido. Con el tiempo tenía la inquietud de querer transmitir texto y contar cosas a través de nuestras canciones. Después de esos tres años, que estábamos ya casi con ganas de tirar la toalla, porque la situación era complicada, pues pasaron de estas cosas insólitas que suceden, que mandas diez maquetas a distintas compañías discográficas de por entonces en formato de casette y una se fijó en nosotros, vio que había potencial.
Twins, si no me equivoco.
Efectivamente. Fue todo de un día para otro, grabamos lo que estábamos haciendo hasta ese momento, que fue ese primer disco instrumental, pero al año siguiente incorporamos textos a las canciones. Ahí fue cuando de repente explotó todo, porque ya hubo temas que conseguimos colar de buenas a primeras como single en las emisoras comerciales del momento. Estamos hablando de la era analógica, no había internet, lo que escuchaba la inmensa mayoría era Los 40 Principales, y a partir de ahí aquello tuvo un alcance a nivel nacional. De un single pasó a salir otro, y en los años 90, que es donde nosotros nos hemos desarrollado, fue un no parar de publicar, de estar constantemente metidos en giras, empalmábamos una con otra, la noche con el día. Esa situación en la que tienes 20 años, eres inmortal y tienes una energía absolutamente inagotable. Y un momento creativo muy importante. Sacamos varios discos, todos tuvieron una acogida muy importante, en aquella época creo que llegamos a tener once números uno en Los 40. Empezamos a girar por Europa, a salir por América, pero también hemos tenido siempre los pies en el suelo, hemos conocido todas las alturas de la ola, de estar arriba, de estar abajo, de estar en el subsuelo. Celtas es un grupo que ha estado al margen de modas. Algo que surgió de manera espontánea y honesta, y no hemos hecho otra cosa que trabajar. Y aquí seguimos, que también es algo insólito.
Aquella primera época se viene a cerrar con Nos vemos en los bares (1996), vuestro primer disco en directo.
Sí, cuando llegas a ese momento es también porque tienes un bagaje, cierta extensión en tu cancionero. Rematamos aquella etapa con ese primer disco en directo, y luego empezaron a pasar otras cosas. En nuestro interés siempre ha estado el estar conectado a tendencias, a otras sonoridades, empezamos a mezclar otro tipo de ritmos, desde la música electrónica al ska. El rock & roll siempre ha tenido un peso muy importante. Seguir otra andadura y seguir evolucionando.
Esa etapa que mencionas es la de Tienes la puerta abierta (1999), que metéis música electrónica, hip hop… Tú ya habías grabado tu primer disco en solitario, El caimán verde (1995), Celtas se vuelven instrumentales con El alquimista loco (1998), tú haces Cifu & La Calaña Sound y a Celtas entra de cantante Antonio Muñoz ‘Antuán’… Imagino que todo responde a una búsqueda, explorar otros caminos y oxigenar.
Exactamente. Cuando publiqué El caimán verde, que era estrictamente rock & roll, era el año 95. Ahí hicimos una parada, solo tocábamos por Francia y Centroeuropa, con lo cual hubo un momento en el que pude tirar para adelante con ese proyecto en paralelo. Luego ya me pido una excedencia, el disco de La Calaña Sound es de 2004, ahí se cerró un ciclo, yo quería investigar por otros derroteros. También echar el freno de mano, porque hasta ese momento el volumen de trabajo, de exigencia y de continuidad, de empalmar un disco con otro y de estar continuamente de gira… Necesitaba tomarme un pequeño respiro, sin dejar de trabajar. En ese momento entró otro colega nuestro de Murcia a cantar, siguió Celtas Cortos caminando por sus fueros, sacaron de hecho un disco. Y luego ya en 2006 cierro mi excedencia, me reincorporo y volvemos a la carga. Y desde ese momento ya la formación actual es prácticamente la misma.
En aquel 2006 es cuando sacáis 40 de abril. Me dio la sensación aquel disco que era como volver a los orígenes del rock celta. Desde el propio título, que ya era una declaración de intenciones.
Sí, así es. Volvimos a juntarnos, aunque la formación había variado un tanto, porque César Cuenca (el otro guitarrista), Nacho Castro (batería) y Nacho Martínez (teclista) se descolgaron de las filas, de la intensidad que supone esto, y optaron por tomar otras direcciones en su vida. La formación que se juntó en 2006 empezamos de alguna manera de cero, a replantearnos cosas, a crear nuevos temas, aquello fue lo que salió. Recuperar un poco la esencia primigenia, pero siempre hay una vuelta de tuerca de un trabajo a otro.
Ya en la década de 2010, tras el disco de versiones Introversiones y el segundo directo, Vivos y directos, llega vuestro nuevo disco de estudio, Contratiempos (2014). Aquí abandonáis DRO (Warner) y apostáis por la autoedición. Comentaste en la época que la discográfica ya no apostaba por vosotros.
Es una decisión complicada. Empezaba la era digital, en Warner hay otros artistas y tienen otra manera de desarrollar las cosas. Y también empiezan a pasar de buenas a primeras el impuesto revolucionario, porque empiezan a venderse menos discos y las compañías quieren seguir haciendo caja, y empiezan a reclamar un porcentaje del caché de tu gira. Una cosa es tu gira, que gestionas tú, y otra lo que es la venta de discos y la promoción de los grupos. Tampoco es que hubiera una mala relación, pero cuando ya la estrategia de mercado por parte de las compañías empezó a convertirse en un nubarrón, decidimos ser independientes para lo bueno y para lo malo, porque de buenas a primeras te lo tienes tú que gestionar. Empezamos a caminar por nuestros fueros y no nos ha ido mal.
Después, hacéis una gira acompañados de orquestas de cada sitio donde tocáis, que derivó en el disco sinfónico en directo de In crescendo. ¿Cómo recuerdas aquello?
Todavía hay momentos puntuales en los que hacemos ese tipo de eventos. Es realmente laborioso y complicado, pero fue una experiencia muy chula. Nos permitió desarrollar otra faceta muy diferente, que tenía una labor más minuciosa, porque requería ensayos previos y mucho trabajo por parte de cada orquesta, pero fue un cambio totalmente radical.
Energía positiva (2018) es, hasta la fecha, el último disco de estudio. No sé si la pandemia ha tenido algo que ver.
La pandemia obviamente nos ha afectado, como a todos. Justo antes estábamos enlatando canciones nuevas, de hecho unas cuantas han sido publicadas, y es ahora cuando vamos a cerrar ese proyecto, porque los temas estaban hechos, pero con la pandemia se paralizó todo. Cuando hemos vuelto a la normalidad, hemos recuperado un volumen de giras de hacer 65 conciertos, no hemos parado, pero ahora estamos grabando siete u ocho temas que nos faltan para completar el disco, que ya estaban pero los teníamos ahí parados, y esto estará publicado, espero, para febrero-marzo.
O sea que ahora para este 2024 no va a ser solo el concierto de Vistalegre y la gira, sino que también va a venir acompañado de un disco nuevo.
Exactamente. De buenas a primeras se ha preparado un ‘pifostio’ del que éramos inconscientes, porque lo estábamos haciendo con calma, pero se gestó la idea de hacer este concierto el 20 de abril, que cae en un día perfecto porque es sábado. Ha sido una apuesta, lanzar una moneda al aire con mucho miedo porque dices: “Hostia, a ver dónde nos vamos a meter”. Ahora no estamos en la cresta de la ola, pero hemos hecho sold out. Somos un grupo, desde la humildad lo digo, que es respetado, que tiene una trayectoria, que tenemos un background acumulado de tiempo, mucha amistad y mucho cariño por parte de un montón de gente.
Fuente: clubinfluencers.com